Depende de la comunidad autónoma e incluso la ciudad, los guías turísticos deben ser oficiales. El tener la habilitación como guía turístico oficial, permite ejercer la actividad en museos y edificios gestionados por Patrimonio Nacional. Pero en otras localizaciones es un oficio liberalizado por las administraciones. Este es el caso de la Comunidad Autónoma de Madrid, donde la actividad turística guiada en espacios públicos al aire libre está permitida por cualquiera que se vea capacitado. Y ahí está la cuestión nuclear, ¿Quién está capacitado?
Hará unos meses realicé una visita al Monasterio de las Descalzas Reales. El ser profesor tiene muchas cosas buenas además de cobrar a final de mes y un buen número de vacaciones. La visita gratuita a tesoros de la cultura, el arte y la historia como es el Monasterio madrileño, es otro de los beneficios de la docencia. Un sábado frío de noviembre, a las diez de la mañana, se abrieron las puertas que dan acceso al zaguán donde se expiden los tickets y se espera el inicio de la primera visita establecida media hora más tarde. Recuerdo que me recibió un guía con guantes y gorro de lana en la cabeza. Bien es cierto que en las habitaciones de la parte norte del complejo se notaba una temperatura más baja incluso que en el exterior, pero asumible, al fin y al cabo. La visita transcurrió con la información escueta y con falta de pasión por parte del empleado de Patrimonio. Su tono de voz no cambió en ningún momento, incluso al compartir una anécdota sobre el cuadro en el aparece Juana de Austria con un perro pequinés y saya negra, colgado en el coro del monasterio. Regalado por Catalina de Austria, reina de Portugal y a la sazón, tía carnal de Juana de Austria por parte de padre, el can se llamaba “Así como vos”, algo que choca a los visitantes y que el citado guía contó sin ningún tipo de gracia, y lo que es peor, ni tan siquiera con la intención de hacerlo. Me atreví a formular una pregunta, pensando que por lo menos el dato y el dominio del lugar sería su punto fuerte, pero la respuesta que obtuve fue tan sencilla como clara, “no lo sé”. Y es que ser guía turístico es un oficio que aúna varias competencias, habilidades y destrezas; que el examen de habilitación no mide o dicho de otra manera y aprovechando la localización de la historia, el hábito no hace al monje.
- Experto:
Cualquier tour debe estar fundamentado en el dato. La rigurosidad del relato acorde a datos contrastados por varias fuentes y que además sean fiables, es el pivote sobre el que debe girar un buen tour. De nada sirven el resto de las competencias en las que profundizaremos, si lo que se cuenta no está hecho desde el rigor histórico y la elección profusa del contenido.
- Formal:
Dentro de este rasgo podemos unir la educación formal, vestimenta, decoro y buen gusto en el trato. Puntualidad, higiene personal y amabilidad, son rasgos que, aunque parezcan diferenciadores, deberían ser comunes en las personas cuya labor se desarrolle cara al público.
- Creador:
Si el guía que ejecuta el servicio además es el creador del tour, se notará la diferencia. No es lo mismo aprender un guion dado y recitarlo con independencia de la intención o finalidad, que crear un tour al que luego darás vida tú mismo y que proyectarás en el fondo y la forma que se ajusta a tus habilidades.
- Equidistante:
Mi abuela decía que, en la mesa, las damas y caballeros no debían hablar de dinero, religión ni política. Con perspectiva, añadiría fútbol, y es que cualquier asunto que pueda crear cierto grado de antipatía hacia el guía o lo que es peor, entre los usuarios, no es recomendable. No hay que olvidar, como guía, que estás trabajando y el objetivo es que el usuario viva una experiencia placentera en todos los sentidos.
- Experto local:
Independientemente de la temática del tour que se realice, el guía debe ser un experto en todo lo referente a la localización donde ejerce su actividad. Conocer lugares donde comer, cuál es el mejor trayecto o medio de transporte de un lugar a otro de la ciudad, los horarios de los museos y edificios significativos, sin olvidar, cualquier elemento tradicional, costumbrista o castizo de la localización.
- Cercano:
El simple hecho de recordar el nombre de alguno de los usuarios y utilizarlo en momentos clave puede ser un aspecto que dé valor al guía. A las personas les gusta la exclusividad y sentirse importantes, y si una persona que acaba de conocerte se esfuerza en llamarte por tu nombre, puede generar una idea positiva del guía y por consiguiente de la actividad que se está desarrollando.
- Divertido:
Los usuarios del servicio de guía turístico, en la mayoría de los casos, se encuentran en contexto de ocio, vacaciones o diversión. Con lo que el entorno está preparado para hacer de la experiencia un momento que será recordado. En la mano del guía se encuentra la posibilidad de generar un recuerdo positivo en el cliente y que, con este objetivo cumplido, retorne en una buena reseña o la recomendación a futuros usuarios.
- Buen comunicador:
La utilización de ilustradores, el mirar a la cara de los usuarios, el cambio de tono en el relato y la activación de cualquier recurso que haga elevar la atención de los usuarios a la actividad será recibida de buen grado. La pasión puede ser el aderezo definitivo y suele ir de la mano de los anteriores recursos que harán las delicias de los clientes.
En definitiva, hay una ley por la que yo me rijo. “Si el guía turístico disfruta y se lo pasa bien realizando un tour, es muy probable que el resto del pasaje haga lo mismo”, y lo más seguro es que si cumples con todos estos requisitos, consigas sin lugar a duda, cinco estrellas en las opiniones de los clientes.